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Crítica de la película Ese Fin de Semana, en Netflix

Fonte: TMDB

Entre paisajes encantadores y silencios que dicen más que las palabras, Ese Fin de Semana (The Weekend Away), estrenada en Netflix, promete una trama de suspenso con giros inesperados, un misterio en el centro y una protagonista en busca de respuestas —o tal vez de sí misma. Protagonizada por Leighton Meester (la eterna Blair Waldorf de Gossip Girl), la película juega con el thriller psicológico, aunque no siempre alcanza la profundidad emocional y narrativa que insinúa al principio.

¿Pero realmente vale la pena verla? En este artículo, analizamos los aciertos, errores y matices de una historia que comienza con una simple escapada entre amigas y termina en paranoia, persecución y revelaciones incómodas. Una invitación a reflexionar no solo sobre el misterio del guion, sino también sobre los frágiles lazos de la amistad, la memoria y la verdad.


La desaparición: cuando un viaje de amigas se convierte en pesadilla

El punto de partida de Ese Fin de Semana es simple y efectivo: dos mejores amigas, Beth (Leighton Meester) y Kate (Christina Wolfe), viajan a Croacia para reconectar y revivir viejos tiempos. El entorno paradisíaco, con aguas cristalinas y calles empedradas bajo el sol europeo, contrasta con la carga emocional que ambas llevan: Beth es una nueva madre que intenta redescubrir su identidad fuera de la maternidad, mientras que Kate está en una etapa más despreocupada y aventurera.

Pero lo que debía ser una escapada relajante pronto se convierte en pesadilla. Tras una noche de excesos, Beth despierta con lagunas mentales y descubre que Kate ha desaparecido. Sin recordar con claridad lo que ocurrió, comienza una búsqueda desesperada, enfrentándose no solo a la burocracia de la policía local, sino también a sus propias dudas sobre lo que realmente sucedió aquella noche.


Memoria, culpa y sospecha: el suspenso psicológico como espejo emocional

Más que un misterio policial, Ese Fin de Semana intenta construir una tensión psicológica basada en la duda: ¿hasta qué punto podemos confiar en nuestros propios recuerdos? Beth se encuentra perdida no solo en una ciudad extranjera, sino dentro de sí misma, enfrentando recuerdos borrosos, temores y la posibilidad de haber sido parte de algo terrible.

Este viaje interno de la protagonista es uno de los aciertos del filme. El guion —basado en la novela de Sarah Alderson, quien también firma el libreto— busca explorar el impacto de la culpa, el trauma y la soledad. Incluso cuando el misterio apunta hacia afuera, el verdadero conflicto está en el interior de Beth.

Sin embargo, esta dimensión emocional se debilita a veces por escenas obvias y diálogos demasiado explicativos. La película acierta al sembrar dudas, pero tropieza al ofrecer respuestas apresuradas, como si temiera dejar al espectador sin cierre.


Leighton Meester brilla — pero merecía más

Uno de los puntos más destacados es, sin duda, la actuación de Leighton Meester. Alejada del glamour de sus papeles más icónicos, interpreta a una Beth vulnerable, agotada y muy humana. Su actuación es contenida, pero intensa en los momentos clave, equilibrando bien el miedo, la confusión y la determinación.

Es a través de sus ojos que seguimos la trama —y aunque el guion no siempre le favorece, Meester sostiene la credibilidad del personaje. En una escena especialmente tensa, cuando enfrenta a las autoridades intentando mantener la compostura, su entrega emocional se vuelve tan palpable que el espectador sufre junto a ella.

Es una pena que el desarrollo de su personaje no acompañe la misma profundidad. Pese al esfuerzo de la actriz, Beth a veces parece actuar más por necesidad del guion que por decisiones propias. Faltan matices en algunos diálogos y más espacio para silencios que, en un buen thriller psicológico, suelen ser más potentes que las palabras.


Croacia como escenario: belleza, contraste e inquietud

Rodada en locaciones reales en Croacia, la película saca buen provecho de sus paisajes. Las calles angostas, los cafés junto al mar y las vistas encantadoras son el telón de fondo para una historia que, minuto a minuto, se vuelve más claustrofóbica.

Ese contraste entre el paraíso turístico y la angustia interna de la protagonista es un recurso estético interesante. Lo que debería ser un refugio se transforma en un laberinto —no solo físico, sino también emocional. Y eso se intensifica gracias a una cámara inquieta, cortes abruptos y una paleta de colores que, progresivamente, abandona los tonos cálidos del verano por matices fríos y densos.

La dirección de fotografía merece reconocimiento por lograr transmitir esa incomodidad sutil. Al igual que en La Chica del Tren o Gone Girl, el entorno no es solo un escenario —es parte viva de la trama, moldeando la atmósfera de creciente tensión.


Giros, tensión… ¿y un final predecible?

Fonte: TMDB

Como todo buen thriller, Ese Fin de Semana se apoya en las vueltas de tuerca. Hay momentos en los que el espectador sospecha de todos: el taxista, el policía, el marido… incluso de la propia Beth. Este juego de sospechas funciona bien al principio, pero hacia el final, el guion recurre a ciertos clichés y soluciones fáciles.

El desenlace, aunque cerrado, peca de ser predecible. Si ya estás familiarizado con este tipo de películas, probablemente descubrirás la gran revelación antes que los personajes. Esto no arruina el viaje, pero sí reduce el impacto del cierre —especialmente porque la película parecía prometer algo más arriesgado o ambiguo.

Aun así, hay mérito en cómo la tensión se mantiene hasta el último minuto. El suspenso nunca desaparece del todo, y hay una sensación constante de que algo está por estallar —lo cual mantiene el interés, incluso cuando la historia se tambalea.


¿Una crítica a la maternidad idealizada?

Uno de los temas más sutiles, pero importantes del filme, es la presión social que rodea a la maternidad. Beth, como madre reciente, carga con el juicio constante de los demás: por haber viajado sin su bebé, por no estar siempre serena, por permitirse sentir miedo y desequilibrio.

En varias escenas, el juicio silencioso de otros personajes es evidente —como si ella debiera ser impecable incluso en medio del caos personal. Esta crítica a la figura idealizada de la madre aporta una capa interesante al filme, aunque el guion no la explore del todo.

Si se hubiera profundizado más en este subtexto, Ese Fin de Semana podría haber elevado su drama psicológico, abriendo discusiones necesarias sobre el rol de la mujer, la culpa materna y el derecho a perder el control.


Lo que funciona y lo que podría mejorar

Lo positivo:

  • Actuación sólida de Leighton Meester

  • Ambientación atractiva y fotografía cuidada

  • Buen ritmo y tensión constante

  • Temas emocionales que trascienden el misterio

Lo negativo:

  • Giros predecibles para los fans del género

  • Resolución apresurada

  • Algunos diálogos suenan forzados

  • Subtramas interesantes, pero poco desarrolladas


¿Vale la pena verla?

Si disfrutas de thrillers con más carga emocional que acción policial, Ese Fin de Semana puede mantenerte enganchado por un buen rato. No es una joya del género ni trae grandes innovaciones narrativas, pero cumple como entretenimiento ligero con cierto grado de profundidad.

Quizás funcione mejor como una película para un domingo por la noche —de esas que ves con una taza de té y te deja pensando hasta el último segundo. Es lo suficientemente intrigante como para generar conversación, pero suave como para no quitarte el sueño.

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